viernes, 21 de febrero de 2020

La docencia, el paso del tiempo y el sentido común

Como todos los años, cuando están por empezar las clases, paso por una etapa de introspección durante la preparación de ese primer contacto con los nuevos ingresantes. Ya llevo casi 15 años "enseñando". Y ya he pasado también más de 15 "aprendiendo", la mayoría de ellos formalmente entre las carreras de grado y posgrado. ¿Quiere decir esto que soy un gran docente? ¿Que la tengo reee-clara en esto de la educación? Terminantemente NO! Hacerlo muchas veces no implica hacerlo bien si no hay mejora entre una y otra vez, si se repiten todos los años los mismos errores.

¿A qué viene esto? Varias cosas. Por un lado, creo que sí soy mejor docente que hace 15 años (lo cual no dice gran cosa, no sabemos cuan malo fue el punto de partida :), porque sí me he preocupado por aprender algo en el camino y no limitarme a repetir una y otra vez la misma clase. Pero eso no es garantía, y no se correlaciona siempre con los resultados. El año pasado, con alguna materia me fue muy bien, con otra no tanto.

Cuando empecé a dar clases, tenía casi la misma edad que muchos de los alumnos, y eso ayudaba mucho en la comunicación. Luego de 15 años, la brecha generacional ha ido creciendo y ya no es lo mismo. No es que sea viejo, pero en algunos aspectos sí empiezo a parecerme al abuelo Simpson contando sus historias de antaño que a nadie le interesan. Por otro lado, he recopilado en 15 años montones de recursos como ejemplos, abordajes, metáforas, experiencias, anécdotas, etc; que hacen que ahora tenga muchas más alternativas a la hora de presentar un tema, y que las pueda pesar y combinar con mejor criterio. Así que una de cal y una de arena, pero ¿cuál pesa más? ¿cómo potenciar lo segundo?

Cualquier parecido con mis clases es pura coincidencia
(tomado del libro que recomiendo al final del artículo)

No voy a responder a todos estos interrogantes, no creo que tener autoridad para hacerlo. Pero es igualmente bueno sembrar la duda, sobretodo en aquellos lectores que estén también ligados a la docencia. Porque lamentablemente no tenemos, como decía el gran Nestor, un "policía" en el aula que controle que demos bien las clases (en todos los sentidos). Los alumnos son los responsables de hacer ruido cuando la cosa no va bien; pero usualmente eso ocurre naturalmente solo cuando hay grandes problemas; pero no sirve para hacer pequeños ajustes. Tenemos, nosotros docentes, que incentivar a los alumnos a darnos feedback (y convencerlos de que eso no tiene impacto en sus calificaciones).

Pero aún así, el sistema no es perfecto. El alumno tiene un punto de vista muy muy valioso, pero tampoco tiene conocimiento de pedagogía, ni siquiera del tema que está aprendiendo, y a veces hasta le cuesta la comunicación; y entonces hay que saber filtrar y traducir sus comentarios y eso no es nada fácil. Sería muy útil el feedback de un buen docente. Pero un buen docente está dando su clase, no analizando la mía. Qué bueno sería que tuviéramos la costumbre de ir de tanto en tanto a escuchar clases ajenas. Para señalarle constructivamente sus errores al colega, y para copiarle sus virtudes para nuestras propias clases.


Por otro lado, en las universidades argentinas, y en particular en las ingeniería hay toda una tendencia hacia el "aprendizaje por competencias". Se trata de armar carreras y materias empezando por "qué necesitará saber hacer el egresado", y a partir de allí definir los contenidos que hay que dar para lograr eso; en contraposición al modelo tradicional que parte con mucha inercia de "qué contenidos debe conocer" y luego a tratar de justificar para qué sirven. El 2do enfoque suele ser más cómodo para el docente, sobre todo si podemos armar el curso alrededor de un libro clásico; pero carece de "sentido común".

Y a eso iba, al "sentido común". Hice un curso sobre este tema de las competencias. Lo empecé por sugerencia de la gestión, aunque no estaba tan convencido de su utilidad. Cuando empecé con el material pensaba a cada rato que los de las ciencias sociales dan demasiadas vueltas para decir las cosas, y que al final, el quid de la cuestión termina siendo algo de "sentido común". Claro que es mejor para el alumno armar su educación en función de lo que va a necesitar hacer; y no de lo que a mí me gusta enseñar, de lo que yo sé, o de lo que ya tengo cómodamente diagramado en el libro X. ¿Hacen falta tantos papers para decirme eso?

Dilbert arroja muuchos resultados al buscar "common sense".

Es una sensación similar a la que me da gran parte de la ingeniería de software; que define con nombres pomposos prácticas que deberían ser evidentes para cualquier programador con algo de experiencia. Pero, como dije alguna vez luego de leer el fascinante libro de patrones de diseño de la banda de los 4, esto de ponerle nombre es mucho más profundo de lo que parece. Tiene que ver con hacer un análisis consiente de estas cosas de "sentido común", con sistematizarlas para facilitárselas a otros con menos experiencia, compilarlas para acortar el camino, definir un lenguaje común y conciso sobre el cual construir luego conceptos más complicados, y más. Lo mismo me pasó con esto de las competencias. Y por el mismo motivo, terminé pensando que el curso fue muy valioso, y que seguramente tendrá un impacto positivo en mis próximos dictados.

Por que el "sentido común" a veces parece ser el menos común de los sentidos. Tuve profesores que hacían lo que dicen estas nuevas tendencias al pie de la letra, sin saber los nombres, sin tanto meta-análisis; que lo hacían naturalmente por el simple hecho de preocuparse por su trabajo, por sus alumnos, y de tener buen criterio para resolver esas preocupaciones. Sin embargo, son los menos. Y aún para los buenos docentes con este potencial nato, el proceso de adquirir este know-how por cuenta propia es largo, e incluye muchos errores de los cuales aprender en el camino. Así que, bienvenido el material que compile este conocimiento y nos acelere el aprendizaje.


Como para ir cerrando, y dejar algo más que algunas conclusiones dudosas y personales, voy a recomendar dos lecturas que van en este sentido. Primero una que descubrí hace muy poquito, por un comentario de un alumno avanzado de la carrera, y que apunta derecho a las buenas prácticas del docente, explicitando cientos de recomendaciones concretas y pragmáticas. Un verdadero compilado de buenas prácticas y sentido común que todo docente joven debería leer: The Torch Or The Firehose.


La mayoría de lo que hay allí son cosas que he ido notando y descubriendo de a poco a lo largo de los años.  Pero si quisiera resumirlas yo, probablemente me olvidaría de muchas. Por eso ahora siempre tengo un gestor de notas a mano, para escribir esos pequeños descubrimientos que voy haciendo al enseñar o al aprender, en el momento en que aparecen, de modo de no olvidarme de profundizarlos y aplicarlos más tarde.

El otro libro que me fascina y en su momento me abrió mucho la cabeza, ya lo conocen porque ya escribí sobre él aquí, y es el "Mindstorms: Children, Computers, and Powerful Ideas" del grandísimo Seymor Papert. Es más denso, menos directo, más profundo, pero te atrapa desde la primer página y no deja de sorprender hasta la última.

1 comentario:

  1. Cuestionar las propias prácticas pedagógicas, indagar, actualizarse, investigar. Todo lo que hace un gran docente, ud. lo hace. Muy buena reflexión Maestro.
    Aporto desde mi experiencia (Prof de música) que los "Clásicos" de la literatura específica que sentaron precedentes en un área de conocimiento nunca deben faltar, se puede matizar, se puede transponer didácticamete aún más, pero tarde o temprano volvemos a ellos. Muchas corrientes nuevas terminan siendo modas que diluyen en demasía.

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